Por Sergio Mejía Cano
Las expulsiones del PRI que, ahora podrían ser premios en vez de castigos
El Partido Revolucionario Institucional, el PRI, expulsó al exgobernador de Sinaloa Quirino Ordaz Coppel, por haber aceptado la Embajada de España, a pesar de haber sido advertido de las consecuencias por parte del otrora partido aplanadora. Sin embargo, ¿le habrá hecho alguna mella a Ordaz Coppel, esta expulsión? Si se hubiera dado hasta antes de 1980, tal vez sí le habría pesado al ahora exgobernador sinaloense; pero hoy en día en que dicho partido político está zozobrando sin remedio, ¿en qué le afecta?
¿Qué mejor que ser embajador de España que seguir engrosando las filas de un partido político que ha perdido prestigio y credibilidad entre gran parte de la población, así como de muchos de sus militantes? Porque es justo reconocer que el PRI prácticamente está a punto de desaparecer; y si bien en su momento llegó a ser un partido poderoso, sus mismos dirigentes en los últimos años se han encargado de hundirlo cada día más y más.
Se podría decir que el principio del fin del otrora poderoso partido que ha usado los colores patrios, se dio en el año de 1987 con la diáspora encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez y, posteriormente con la renuncia de Rodolfo González Guevara, un militante pesado dentro de las filas del PRI. Y así, sucesivamente a lo largo de los años, por el abandono de varios de sus cuadros, inclusive el actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Aunque aquí, también sería menester pensar en aquello de que, un priista nunca deja de ser priista; lo mismo que se dice de los verdaderos policías por vocación: de que un policía jamás deja de ser policía; igual que con los reporteros y periodistas de cepa que en todo podrían ver la nota e información.
Y en esto de que un priista nunca deja de ser priista, existe una hipótesis respecto a que, cuando las máximas cabezas del PRI vieron y notaron el avance de la verdadera izquierda mexicana, se adelantaron con la estrategia de mandar a esas filas izquierdistas a varios de sus cuadros con más peso entre la población para así, desfasar a esa izquierda que avanzaba entre la población, y para que tomaran las riendas de esa izquierda esos otrora priistas tan emblemáticos, con el cuento de que rompían con el sistema. Sin embargo, cuando en las elecciones de 1988 los priistas vieron que en el pecado estaban llevando la penitencia, tuvieron que parar todo y más, porque se dice que, Cárdenas Solórzano, al ver la fuerza y poder de convocatoria que había logrado en gran parte de la población, lo pensó dos veces y siguió adelante; pero ahora por su propio interés de poder llegar a la grande. Y por lo mismo, se tuvo que caer el sistema, pero como dicen los enterados: no nada más se cayó el sistema cibernético, sino más bien el sistema establecido, porque después de esas elecciones de 1988, ya nada volvió a ser igual que antes en la política mexicana, pues para bien y para mal, todo cambió para que las cosas siguieran igual o peor.
Esto de la expulsión del PRI de Quirino Ordaz, me hizo recordar una caricatura en donde se ve a los hermanos Carlos y Raúl Salinas de Gortari, destornillándose de riza agarrándose la panza y un globo con la leyenda: “que nos van a expulsar del PRI, ja, ja, ja”. Y esta caricatura era referente a una nota, ya en el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León, en uno de los diarios de circulación nacional se había puesto a ocho columnas: “Los Salinas de Gortari podrían ser expulsados del PRI”. Obviamente que, por los años transcurridos no pude recordar en qué diario apareció esa caricatura; pero sí se dio esa nota de que “podrían” ser expulsados del PRI los hermanos Salinas de Gortari. Y entrecomillo “podrían”, porque debido a los asesinatos de Luis Donaldo Colosio Murrieta y Francisco Ruiz Massieu, y cuando aún eran la nota cotidiana en los medios informativos, constantemente aparecían los grandes encabezados de “… podrían llamar a Carlos Salinas a declarar… podría comparecer Salinas de Gortari ante los jueces, etcétera”. Sin embargo, oí decir a alguien que esto era nada más puro ruido mediático, porque en sí, Carlos Salinas de Gortari jamás comparecería, porque de lo que se trataba cada vez que se decía esto en los medios, era nada más para distraer la atención, a sabiendas de que mucha gente se ilusionaría por esto. Si acaso, lo único que pasó, fue que Carlos Salinas respondió un cuestionario por escrito; pero hasta ahí y tan, tan, fin del asunto. Siguió de intocable.
Sea pues. Vale.
