Se pierden, ahora sí, las esperanzas de vida de los mineros atrapados
Por Sergio Mejía Cano
Desde el día en que quedaron atrapados los mineros en Sabinas, Coahuila, en las conferencias matutinas del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), se estuvo informando diariamente sobre los avances del rescate; sin embargo, el pasado día 25 de agosto no se informó nada al respecto, salvo al final de dicha conferencia cuando los reporteros le preguntaron el porqué, respondiendo AMLO que ahora se tiene que consultar a los familiares sobre los pasos a seguir debido a la dificultad que representa llegar al lugar en donde se supone que quedaron estos mineros.
Por la actitud taciturna del presidente, existe la posibilidad de que, desde un principio se haya sabido entre Protección Civil y Acción Ciudadana, así como demás autoridades y de hasta el mismo presidente AMLO, de que tal vez sería imposible rescatar con vida a los mineros atrapados; situación que se pudo haber evidenciado aún más, debido a tantos días en que solamente se ocuparon en la extracción de agua y la imposibilidad de poder llegar al posible lugar y, menos, porque el agua no bajaba de acuerdo a las expectativas esperadas y además, porque ya cuando se tenía la posibilidad de que se hubieran vaciado los recintos anegados, estos se volvieron a inundar.
En este mismo espacio, se habló sobre la posibilidad de que, ahora con la tecnología de la maquinaria que hay, con la que se tumban cerros y montañas para construir carreteras y autopistas, por qué no se abría un boquete, un agujero para sacarlos de inmediato; y, tal vez se haya sopesado esta probabilidad; sin embargo, se habría pensado que, con lo reblandecido del terreno todos esos hoyos se pudieran derrumbar saliendo peor el caldo que las albóndigas, debido que al derrumbarse todo aquello, los mineros quedaran atrapados.
Claro que optimismo se vio y se dio en el personal involucrado en el rescate e incluso hasta el mismo AMLO llegó a mostrar ese optimismo, un optimismo que se fue apagando poco a poco; y más, por la pesadumbre con que día a día estuvo informando la señora Laura Velázquez, coordinadora Nacional de Protección Civil, a quien no se le vio en su cara algún viso de esperanza, posiblemente que, por estar al pie de la mina y tal vez por recibir información de primera mano del demás personal al ver la imposibilidad de llegar a vaciar del todo los pozos inundados, supo por lo mismo que todo estaba pedido para poder rescatar con vida a los mineros y más, porque pasaba el tiempo utilizado nada más en extraer agua sin la posibilidad de poder llegar a algo seguro de saber en dónde estaban atrapados los mineros; aunque persistía la esperanza de que estuvieran en una burbuja de aire dentro de toda esa agua en el interior de la mina colapsada; pero, a la mejor con el pensamiento siempre presente de que, así hubiesen tenido la suerte de estar en una burbuja de aire, la falta de alimentos y, precisamente agua para beber; sí, agua, aunque parezca paradójico, infortunadamente rompe con todas esas esperanzas de llegar a encontrarlos con vida. Porque por más esperanzas que se tengan, ahora con la información oficial de que será un lapso de seis a 11 meses para hacer los trabajos de abrir y así poder llegar al probable lugar en donde estarían, ahora sí, los cuerpos.
Obviamente que los familiares tienen que estar frustrados, desesperados, desilusionados y hasta muy enojados, por decisiones que, tal vez ellos, los familiares consideren mal hechas; aunque se debe de tener presente que los encargados del rescate han hecho hasta lo imposible durante todos estos días sin parar en ningún momento, así se hayan presentado lluvias que en determinado momento pudieron haber interrumpido los trabajos. Por lo que no sería justo satanizar a los encargados del rescate, porque su trabajo ha sido laborioso y, si bien se pudo haber ocultado una información más veraz, a pesar del dolor que pudiera generar entre los familiares, aún así hubiera sido preferible hablar con la verdad, pues quienes están versados en esta clase de rescate, pudieron saber desde un principio lo difícil y la poca probabilidad de poder rescatar rápidamente a los mineros, tanto por la profundidad de la mina que, se dice es de 60 metros y por estar inundados de agua; un agua que, probablemente desde que colapsó la mina, pudo haber llenado todos los huecos. Claro que esto lo podrían determinar los expertos en la materia; pero de que podría ser un hecho ineludible, claro que lo podría ser. Pero insisto de nuevo: la esperanza muere al último.
Sea pues. Vale.