Senado viene de senectud
Por Sergio Mejía Cano
No es posible que se considere violencia política por razón de género señalar el patético desempeño que ha tenido en el Senado de la República la señora Lilly Téllez, cuyo comportamiento ha rebasado completamente todas las medidas del decoro y buen comportamiento, ya que al parecer en forma sistemática se ha dedicado no nada más a cuestionar al presidente de la República, sin o que su lenguaje ha dejado mucho qué desear al insultar a los senadores de otros partidos.
Si bien el artículo 61 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, señala en su primer párrafo claramente que “Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos y jamás podrán ser reconvenidos por ellas”. En este caso sí podría ser reconvenida la señora Téllez, porque no es posible que dentro del desempeño de su cargo esté el de insultar con epítetos ofensivos a otros legisladores, esto tomando en cuenta que este artículo 61 nació por consecuencia del asesinato del senador Belisario Domínguez, quien fue ultimado, se dice, que por mandato del usurpador Victoriano Huerta, al señalarlo Belisario Domínguez como el artífice del asesinato de Francisco I. Madero aquel trágico año de 1913.
Sin embargo, como dicho artículo constitucional no aclara cuáles opiniones se pueden decir y cuáles no, se supone que solamente deben de ser opiniones en cuestiones políticas y no por asuntos personales y, obviamente por razón de género. Pero esta señora se ha dado un día sí y otro también a ofender, denostar y hasta insultar a otros legisladores hasta por como hablan o por decir que están alcoholizados, etcétera.
Claramente se ve que Lilly Téllez no está muy bien de sus cabales que digamos, que necesita ser analizada por sicólogos y siquiatras y que determinen el porqué de ese comportamiento tan feroz y despiadado que muestra hacia otras personas. Ser analizada debido a que su comportamiento en tribuna y hasta desde su curul es siempre atacar no nada más cuestiones de índole política, sino hasta discriminando abiertamente a ciertos sectores de la población, como a los indígenas a quienes criticó por sus prácticas ancestrales de acuerdo a sus tradiciones.
Si bien Téllez llamó la atención desde el día en que se separó de la bancada del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), para irse a engrosar las filas del partido Acción Nacional (PAN), ahora ya está más que posicionada en el ojo de huracán político debido a que se desenmascaró de tal manera que, ha salido más panista que el más recalcitrante de sus militantes, atacando constantemente a quien le abrió la puerta para que llegara al senado: el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), mostrando su bajeza esta señora, al mostrarse demostrar lo malagradecida porque si no fuera por AMLO, posiblemente jamás hubiese llegado al Senado de la República.
Se le acusa de traición a Morena a Lilly Téllez; sin embargo, más que traicionera se le podría calificar más bien como convenenciera, al aprovechar momentos y circunstancias poniéndose una máscara para dar la impresión opuesta a lo que en realidad es, para ya una vez ocupando una senaduría, separarse del partido que la llevó a ese cargo y así echar fuera todas sus frustraciones y traumas, los que a cada rato demuestra con su turbio comportamiento, un comportamiento por el que se podría aplicar aquello de que por uno pierden todos, ya que en varios sectores de la sociedad, cada día ambas Cámaras, alta y baja, se desprestigian debido a este comportamiento tan desastroso de la senadora Téllez. Un comportamiento que quizás su escaso cacumen le diga que así va a ganar adeptos entre quienes no quieren a AMLO; pero el problema, para ella, es que su actuar y comportamiento que da más pena que gloria, tal vez la está alejando hasta de sus mismos correligionarios y seguidores, si es que alguna vez los tuvo; y todo debido que tal y como se ha comportado desde que se fue al PAN, ya mucha gente no la sigue por aquello de quemarse políticamente, sobre todo de políticos de viejo cuño, de cepa; aunque posiblemente no tanto de los políticos jóvenes que viven en una burbuja de cristal o como han demostrado que no echan a andar sus cerebros adecuadamente y porque no saben lo que significa lo que es ser senador o senadora.
El Senado de la República se desvirtuó infortunadamente cuando perdió la esencia en su significado, pues senado viene de senectud, es decir, un Concejo de Ancianos, nada más.
Sea pue. Vale.