Vuelve al ánimo de destruir la plaza principal de Tepic
Por Sergio Mejía Cano
El día de ayer lunes, en el periódico Nayarit Opina, sale una nota firmada por el reportero Rafael Delgado Gutiérrez, con el encabezado de “Inviable, construir estacionamiento en la plaza principal de Tepic”, y quien señala esto es el diputado local José Ignacio Rivas Parra, que sugiere, además, que es mejor cerrar el Centro Histórico a vehículos y cree que antes habría que poner orden en la seguridad. El diputado Rivas Parra, funge en la actual XXXIII legislatura como presidente de la Comisión de Asuntos Municipales.
Claro que podría tener razón el diputado José Ignacio Rivas en cuanto a que es inviable destruir la plaza principal frente a Catedral, porque es bueno recordar que, al inicio de la pasada administración municipal encabezada por el exrector Francisco Javier Castellón Fonseca (2017-2021), se abrió la misma posibilidad y, estudios al respecto y gente versada en esas cuestiones, adujeron sería contraproducente abrir un pozo en pleno centro de la ciudad de Tepic, debido a lo acuoso y la posibilidad de afectar ojos de agua, así como precisamente por la blandura del terreno, poner en riesgo los cimientos tanto de la Catedral, así como de las demás edificaciones del entorno y posiblemente más allá.
Y, además, en aquel tiempo se dijo que existía la probabilidad de que algunos empresarios ya estaban apalabrados con Castellón Fonseca, para apropiarse de varios cajones de estacionamiento ya una vez concluida la obra. Y, hubo alguien más que, afirmaba que tal vez debajo de la plaza principal hubiese vestigios de los míticos túneles que se dice, vienen desde la Cruz de Zacate y que atraviesan el parque Esteban Baca Calderón (La Loma) y que llegan hasta la misma Catedral de la capital nayarita.
Pero como sea, el caso es que en un futuro cercano a la mejor ya de nada serviría el haber destruido la plaza principal para hacer un estacionamiento subterráneo, debido al crecimiento del parque vehicular que cada día aumenta considerablemente. Ahí está el ejemplo de la destrucción de la Plaza Bicentenario, hoy denominada Plaza Juárez, frente a Palacio de Gobierno o Casa de los Nayaritas, aunque esta denominación no se apega en nada a ese nombre, sobre todo cuando se niega el acceso a los nayaritas en determinados momentos o que mínimo, son revisados al querer ingresar por los elementos policíacos ahí apostados; y he aquí la incongruencia de llamarla Casa de los Nayaritas, porque quién es detenido o cuestionado o se le pregunta a dónde va o qué va a hacer al querer entrar a su propia casa. Pero esa es otra historia.
Y, a propósito del estacionamiento debajo de dicha plaza Bicentenario o Juárez, también es bueno recordar que se encontraron ojos de agua y, que según los que saben y están enterados al respecto, el agua que ahí se encontró generó múltiples dificultades para concluir en tiempo y forma el estacionamiento subterráneo que ahí construyó y que afirman que aun hoy en día dicho estacionamiento se sigue humedeciendo considerablemente, por aquello de que el agua tiene memoria y busca su salida sin miramiento alguno.
Pero también la construcción de ese estacionamiento frente a Palacio de Gobierno, aparte de su destrucción y tradición de años y años, significó también la desaparición de aquel obelisco que sí era obelisco y no de plástico y de yeso como el que lo sustituyó y que finalmente desapareció, privando con esto a Tepic, Nayarit, de tener o contar con un obelisco como lo tienen la mayoría de las ciudades no nada más de nuestro país, sino casi de todo el mundo, por lo que significa el terminado en pirámide que, se dice, atrae buenas vibras para que haya progreso y prosperidad en esas ciudades y poblaciones que tienen su obelisco; desde luego de piedra o cantera y no como de juguete.
Y, para acabarla de amolar, también se demostró la mala obra que se realizó en la construcción del estacionamiento subterráneo, al mostrar una debilidad en su construcción cuando a alguien tal vez inconscientemente se le ocurrió instalar ahí una pista de hielo, lo que generó cuarteaduras en el techo en donde se colocó esa pista de hielo; hecho que determinó jamás volver a colocar algo pesado encima de la plancha de esta plaza por aquello de que se fuera a hundir.
Así que, no sin fundamentos, quienes se opusieron aquella primera vez a que se destruyera la plaza principal frente a Catedral para crear un estacionamiento subterráneo, tal vez hoy en día tendrían más bases para demostrar su inviabilidad por el gran daño que causaría.
Sea pues. Vale.