La represión gubernamental en la huelga ferroviaria de 1959
Por Sergio Mejía Cano
En la historia de los ferrocarriles en México, ha habido varias huelgas de los trabajadores ferroviarios; sin embargo, la última y más reciente data del año de 1959, en la que, si bien no se consiguió en lo inmediato todo lo que se pedía en aquella ocasión, poco a poco se fueron añadiendo las peticiones de la clase trabajadora ferroviaria como médico y medicinas, casas habitación para los trabajadores, entre otras prestaciones como el que las empresas ferroviarias tenían que proporcionar útiles y equipo necesario para el buen desempeño del servicio.
Y a propósito de la huelga ferroviaria de 1959, hubo muchos trabajadores que quedaron fuera de las empresas del ferrocarril, trabajadores que poco a poco se volvieron a integrar al servicio; aunque no todos, por supuesto, pues en el inter de que se les arreglara su regreso a los ferrocarriles, le buscaron por otros rumbos, convirtiéndose muchos de estos trabajadores en profesores y profesionistas de otras carreras y también por haber encontrado otros trabajos en los que se sintieron seguros y, desde luego, otros por haber emigrado a vecino país del norte estableciéndose muchos de ellos allá, por lo que ya no quisieron regresar al ferrocarril y, otros, porque ya no pudieron por diversas razones.
Después de que terminó dicha huelga de 1959 y que las cosas paulatinamente comenzaron a volver a la normalidad, hubo muchos ferroviarios, la mayoría, que no soportaban oír hablar del entonces presidente Adolfo López Mateos (1958-1964), porque a él le había tocado el conflicto ferroviario en donde hubo mucha represión en contra de la clase trabajadora, despidos, persecuciones, encarcelamientos y hasta posibles desapariciones de trabajadores; represión que culminó con el entonces líder sindical Demetrio Vallejo Martínez, así como otros luchadores sociales como Valentín Campa y otros líderes del movimiento sindical ferrocarrilero.
Sin embargo, todavía hasta cierto tiempo reciente, hubo también ferrocarrileros que hoy ya no están con nosotros y que queda uno que otro ya jubilado que, si bien no soportaban oír nombrar a López Mateos, tampoco querían oír nada respecto a Demetrio Vallejo aduciendo que, por culpa de él, se habían quedado sin trabajo; ¿cómo que por culpa de Vallejo se quedaron fuera de los ferrocarriles? Se les preguntaba, haciéndoles ver que Demetrio Vallejo no había tenido nada que ver con los despidos masivos de aquel entonces, sino que debido a la represión gubernamental fue que muchos ferrocarrileros habían quedado fuera de las empresas ferroviarias; inclusive hasta hijos de estos trabajadores que atribuían sus males laborales a Vallejo, tenían esa convicción, de que por culpa de aquel líder sindical, el único más derecho y honesto que ha tenido el sindicato ferrocarrilero, sus progenitores habían quedado sin trabajo durante un buen tiempo, porque hubo gente que volvió a ingresar a los ferrocarriles hasta 1972, después de aquella huelga de 1959.
Pero, como con el tiempo se van aclarando las cosas, posteriormente comenzó a salir a la luz que muchas de las decisiones torales en el gobierno de Adolfo López Mateos, no fueron por decisión personal; aunque posiblemente sí avaladas, porque ahora se sabe que tal vez, en las represiones que se llevaron a cabo en aquel sexenio de 1958 a 1964, no nada más en contra de los ferrocarrileros, sino también en contra de médicos y enfermeras y trabajadores de otros rubros, mucho tuvieron que ver con el entonces secretario de Gobernación de López Mateos que era nada más y nada menos Gustavo Díaz Ordaz, a quien López Mateos llamaba “Gustavito”, en quien muchas de las veces, se dice históricamente, que López Mateos delegaba muchas funciones cuyas decisiones competían mayormente en el primer mandatario y, esta delegación de funciones pesadas y serias para el país, se debían a que López Mateos padecía de una enfermedad cerebral denominada aneurisma que, fue la que a la postre lo llevó a la tumba en 1969; enfermedad por la que se documenta, estuvo por lo menos dos años en coma.
Así que el verdadero culpable de la represión a los ferrocarrileros y mucho tuvo que ver en el rompimiento de la huelga ferrocarrilera, fue Gustavo Díaz Ordaz y no precisamente López Mateos. Comprobándose posteriormente la crueldad de Gustavo Díaz Ordaz con lo sucedido aquel fatídico 2 de octubre de 1968 (no se olvida); y si bien la culpa se le achacaba a su secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, Díaz Ordaz asumió toda la responsabilidad.
Sea pues. Vale.