La muerte no es maldad, es el fin de un ciclo
Por Sergio Mejía Cano
Si hay algo que los seres humanos tenemos muy presente, por ser muy cierta y veraz, es la muerte, la que no nada más en nuestro país se ha llegado a simbolizar con calaveras y esqueletos; incluso, con un esqueleto cubierto con un manto cargando una guadaña, con la que sega la vida de quien le ha llegado el momento.
Está documentado que, desde antes de la llegada de los españoles a esta parte del continente americano y que hoy forma parte de nuestro país, los habitantes de lo que se ha denominado como Mesoamérica ya celebraban a la muerte y, por supuesto, a sus muertos precisamente como se sigue pensando hoy en día por la mayoría de las religiones que se profesan en México, dependientes del judaísmo: de que la muerte es el inicio de una nueva vida, ya sea el Mictlán, el inframundo o el inicio de la vida eterna, respectivamente de acuerdo a las diversas creencias.
Y tan seguros estamos de la muerte es el hecho de que se puede apostar de que en cualquier momento a todos nos llegará sin distingo de edad, sexo o religión; todos emprenderemos el camino eterno algún día, pues es lo más seguro y que podemos afirmar fehacientemente.
Y tan pareja es la muerte que, por ejemplo, en la película mexicana Macario, con el actor Ignacio López Tarso, cuando está dispuesto a degustar un guajolote se le aparece alguien a quien se supone es Dios para pedirle un trozo de esa ave ya cocinada, a lo que Macario se niega rotundamente; después se aparece otro personaje que supuestamente es el Diablo, y lo mismo: también le niega un trozo de su guajolote, luego se le acerca la muerte, personificada por el actor Enrique Lucero a quien Macario le ofrece parte de su comida y, al preguntarle por qué a los otros dos les había negado un taco y con él sí participó parte de su ave, Macario le dice que porque él sí era parejo, que no hacía distinciones y era muy real.
El pasado lunes 07 de noviembre, En el periódico Nayarit Opina, en su sección de “Bahía de Banderas”, aparece una nota firmada por don Eugenio Ortiz Carreño, cuyo encabezado reza: “Pastores están preocupados por las catrinas en estas fechas”; y en el grueso de la nota señala que pastores de Bahía de Banderas y Puerto Vallarta reprueban que “por seguir ciertas costumbres y tradiciones el gobierno auspicie la celebración pública de la muerte con la elaboración de catrinas”. Ande pues, ¿qué acaso estos pastores ignoran que estas costumbres y tradiciones son más antiguas que los españoles y su religión traída allende la Mar océano? ¿Y acaso ignoran que las catrinas se derivan del grabador hidrocálido José Guadalupe Posadas al dibujar a la muerte vestida con elegancia y que, gracias al muralista Diego Rivera, ahora es conocida a nivel mundial?
La catrina simboliza algo muy real, algo que los humanos tenemos muy presente, y si bien sabemos y estamos conscientes de que es el fin de la vida física; pero se desconoce cómo sea en caso de tener alguna figura, pues ¿qué mejor que simbolizarla con calaveras y esqueletos, así sean los puros huesos o con vestidos, tal y como lucen las catrinas y catrines?
Es obvio que con alguna figura se tenía que simbolizar algo tan verdadero como es la muerte ¿y qué mejor que una calavera o un esqueleto?, igual como se simbolizan las deidades y santos de las demás religiones extranjeras hoy presentes en nuestro país. Hay cuadros y figuras que simbolizan a Dios y otras deidades de las demás religiones y filosofías como la Diosa kaly, el Buda, el mismo Diablo a quien pintan de color rojo con cuernos, cola con punta de flecha y patas de cabra. Sin embargo, ¿en realidad eran así físicamente tanto deidades como demonios? Eso sí que quién sabe.
Se dice históricamente que nuestro llamado padre de la Patria, Miguel Hidalgo y Costilla no era físicamente tal y como se representa hoy en día, que la figura que vemos ahora, se tomó de un sirviente de Maximiliano; y esto, porque no había dibujos ni se recordaban las señas particulares del cura de Dolores. Así que esto pudo dar pie a que la mayoría de los próceres y deidades se tengan que simbolizar de alguna manera y así la muerte: con un cráneo sin carne o huesos ídem.
Lo triste del caso es que, en la nota de referencia de don Eugenio Ortiz, el pastor Víctor Penagos critica que se les haya dado permiso para instalar catrinas y calaveras, siendo que esto significa maldad, pues se celebra la muerte. ¿Maldad la muerte? ¿Qué acaso no es el ciclo de la vida el nacer y morir? La muerte no es maldad, es el fin de un ciclo.
Sea pues. Vale.