Que vengan las inversiones, a pesar de la falta de agua en Nuevo León.
Por Sergio Mejía Cano
La semana pasada el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en su conferencia matutina afirmó que por ningún motivo otorgaría el permiso correspondiente para que la armadora de automóviles eléctricos de la compañía “Tesla” se estableciera en el estado de Nuevo León, debido a la falta de agua tan crítica que se dio el año pasado, sobre todo en el área conurbada de la ciudad de Monterrey. Motivo por el que se tendría que llevar agua a través de una presa y un río, para así resolver al menos en lo inmediato esa crisis por falta de agua.
Sin embargo, este día último de febrero, en su misma conferencia matutina, AMLO anuncia que siempre sí vendrá a nuestro país esa inversión que significa dicha armadora de automóviles y, lo que llamó la atención de este anuncio, fue que dijo que se establecería precisamente en Monterrey, Nuevo León. Así que cabe preguntarse qué fue lo que sucedió para que el presidente de México haya cambiado de opinión. Se entiende que es de sabios cambiar de opinión; pero se supone que la falta de agua en Monterrey y gran parte del estado de Nuevo León seguirá persistiendo y que el problema no se ha resuelto ni se resolverá en un mediano plazo, así que, entonces ¿qué pasó?
¿Cómo fue que AMLO dio su brazo a torcer? ¿Qué le habrán dicho para convencerlo o en determinado caso para sentarlo a orinar? Él mismo señala que el empresario Elon Musk, de quien se dice es el dueño de esa fabricante de automóviles se había comprometido para trabajar con aguas tratadas, recicladas por lo que no afectaría aún más a la escasez de agua para uso doméstico. Y lo extraño es que se entiende que AMLO no se chupa el dedo, tal y como él mismo lo ha dicho, entonces ¿por qué habrá creído en las promesas de este millonario empresario gringo? Está visto y comprobado que en aras de sus intereses a los empresarios gringos lo único que les interesa son precisamente las ganancias y no la salud ni el estatus de vida y salud de las poblaciones en donde invierten; sin tomar en cuenta la contaminación que generan sus industrias porque todo es por el progreso y el bienestar; sí, ¿pero de quién o quiénes, de los mismos inversionistas o de los pobladores del entorno a sus industrias?
Cuando AMLO anunció por primera vez que no daría el permiso para la instalación de esta planta armadora de automóviles, sus adversarios se le fueron encima de inmediato tachándolo de retrograda y de falta de visión al desdeñar a este gran inversionista que daría miles de empleo con su empresa ya instalada y desde antes con su construcción. Desde luego que estos señalamientos pudieron no haberle hecho mella a la decisión tomada en un principio por el presidente AMLO, pues la falta de agua y la crisis que generó esta escasez en el área conurbada de la ciudad de Monterrey se documentó y se le dio amplia difusión en su momento y, vaya que tomó un matiz seriamente alarmante, pues se llegaron a clausurar balnearios y albercas particulares o de salones de eventos y se dice, hubo mucha restricción en el uso del agua para el consumo de los habitantes de dicha ciudad, y ahora sale AMLO con que siempre sí se instalará esa armadora de automóviles precisamente en Monterrey, Nuevo León. Algo muy raro, ¿qué no?
De lo dicho por los detractores no se podría esperar otra cosa, pues a lo largo de lo que se ha considerado como el sistema neoliberal, se permitió a los inversionistas tanto nacionales como extranjeros establecerse sin importar si contaminarían arroyos, ríos y humedales, mantos freáticos, la calidad del aire, etcétera; no les importó porque pretextaban que esos inversionistas eran creadores de empleo, sí, pero ¿a qué costo de los trabajadores? Porque se ha comprobado y, documentado que muchas de las empresas de todo tipo que se han establecido en nuestro país ofrecen bajos salarios con horarios y situaciones extenuantes para los trabajadores y, además, sin garantizar que cumplirán con la Ley Federal del Trabajo y lo que se dice es peor: sin pagar los impuestos correspondientes a la Hacienda Pública.
Se han documentado hechos de abusos por parte de la clase patronal sobre trabajadores mexicanos, hechos aberrantes que de no ser denunciados las autoridades laborales no los toman en cuenta. Está por ejemplo una empresa coreana que, en el año de 2015 se descubrió que tenían prácticamente esclavizados por lo menos a 129 de sus trabajadores; esto en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Era una empresa textil denominada “Yes International, S.A. de C.V.”.
Sea pues. Vale.