Continúan los robos de metales y cables eléctricos
Por Sergio Mejía Cano
Desde la semana pasada han estado apareciendo reportajes en el portal de internet de “La Jornada”, bajo el lema “Metales: el otro huachicol”, en donde se dan referencias al robo de partes metálica de todo tipo, incluso de obras de arte y monumentos hechos en cualquier tipo de metal. Y el día de ayer domingo, aparece otro reportaje bajo el mismo lema, firmado por Alejandro Alegría, en donde señala que “El robo de cobre se cuadriplicó en cuatro años; la CFE perdió 488 mdp en casi una década”.
Esto desde luego que es inquietante porque parece que ninguna autoridad pone un alto tanto al robo de metales como ahora al cableado, pues se ha documentado que en la mayor parte de las ciudades del país han desaparecido bustos y partes de monumentos dedicados a los próceres de la Patria y, desde luego, sustracción de cableado hasta en el Sistema Metropolitano de Transporte Colectivo (metro) en la Ciudad de México.
Constantemente desaparecen tapas de registro, así como alcantarillas metálicas, desapariciones que obviamente no se deben a artes mágicas ni por seres invisibles, y lo raro del caso es que de la noche a la mañana registros tanto de agua, drenaje, de luz, de compañías telefónicas, etcétera; así como alcantarillas amanecen destapadas generando accidentes tanto a peatones como vehículos de todo tipo por estar el agujero sin ningún señalamiento hasta que algunos vecinos del entorno colocan algún señalamiento ya sea con palos, trapos o lo que sea con tal de avisar que ahí hay peligro. Queda claro que para desmontar una tapa de registro o una alcantarilla no es “enchílame otra”, no, sino que se tiene que generar cierto tipo de ruido con las herramienta que utilizan los ladrones; sin embargo, al parecer nadie se da cuenta cuando se están robando este tipo de material o su caso, si algún vecino oye y se da cuenta de lo que está ocurriendo, tal vez prefiera no meterse en broncas; no por falta de valor civil, sino por aquello de las represalias.
Lo peor en estos casos de que permanezcan abiertos y sin cubrir estas alcantarillas y registros es que se comienzan a llenar de basura y todo tipo de desechos, hasta que por la presión ciudadana las autoridades hacen caso y remedian la situación; sin embargo, se dan casos en que pasan meses sin que se les ponga atención ni remedio a estas situaciones.
Pero, ¿por qué se han incrementado los robos de metales y cables eléctricos? Pues obviamente porque hay quien los compre sin importar su origen. Se entiende que existe una ley que castiga tanto al que roba como al que compra objetos robados; el problema es que hoy en día al parecer esto ya no asusta a los rateros y ladrones como a los que compran lo robado, ya que si se aplicara la ley tal cual, desde luego que se la pensarían los que compran lo robado y, al no haber compradores, rateros y ladrones se la pensarían también al no tener mercado, pues que van a hacer con lo que se agenciaron si no hay quien se los compre. Posiblemente ahí esté el meollo del asunto: el mercado ilícito de objetos robados. Pero qué se puede esperar si hasta el robo de teléfonos móviles sigue en auge; aunque ahora ya no les sirvan a los rateros porque de acuerdo a la nueva tecnología, estos teléfonos se pueden desactivar casi inmediatamente, por lo que ya no les servirían para nada a los ratones de dos patas.
¿Tendrá algo que ver en esto la eliminación de la materia de civismo que se eliminó de la educación básica? Porque anteriormente sí se respetaba en los negocios que adquirían fierro viejo y chatarra de todo tipo el no comprar metales y menos de procedencia federal, como herrajes del ferrocarril que suelen estar tirados a lo largo de los patios de maniobras. Claro que robos y sustracciones de metales y cables eléctricos los ha habido desde que existen; sin embargo, antes qué esperanzas que en un negocio de fierro viejo y materiales alguien comprara una tapa de registro que tuviera las insignias de la CFE, del SIAPA, de TELMEX, etcétera; aunque ahora se ha documentado que, según investigaciones, esas tapas metálicas las llevan a vender en fracciones, es decir, las trozan para despistar al enemigo, como se dice coloquialmente.
Probablemente se tenga que volver a la fabricación de tapas de alcantarillas y registros de cemento o como ya se está haciendo en muchos casos del cableado subterráneo cuyas tapas son fabricadas de material plástico, material que posiblemente no tenga ningún valor en las chatarreras. Esto, desde luego, podría ser una solución.
Sea pues. Vale.