CON PRECAUCIÓN

Triste paradoja del destino

Por Sergio Mejía Cano

El periódico Nayarit Opina recordó el día de ayer martes mediante una esquela el 18 aniversario luctuoso del reportero gráfico Carlos Vital Salazar, quien trabajó para este diario, así como para otras publicaciones en la capital nayarita.

El señor Carlos Vital falleció en un trágico accidente el 18 de julio de 2005 en el crucero público a nivel con la vía férrea que se encuentra en el boulevard Luis Donaldo Colosio. En su momento se informó que el señor Vital regresaba después de asistir a un evento del entonces ya gobernador electo para el estado de Nayarit, Ney Manuel González Sánchez.

Se documentó que al ir circulando de oriente a poniente, al llegar al crucero con la vía del ferrocarril, ahí estaba detenido un tren bloqueando el paso de los vehículos por el boulevard; el problema fue que las unidades de arrastre que habían quedado tapando el crucero eran unas plataformas vacías que, por lo mismo, permitían la vista hacia el otro lado de la vía, por lo que tal vez don Carlos se confundió creyendo que la vía estaba libre al mirar el alumbrado público al otro lado de la vía debido a que dichas plataformas son planas, sin estructura o cuerpo como otras unidades que taparan la visibilidad hacia más allá de la vía férrea.

Así que al mirar las luces claramente del boulevard y no oír ni ver algún tren que se aproximara y, además, por estar oscuro a ambos lados del boulevard, posiblemente el señor Vital no interrumpió su marcha golpeando su vehículo compacto con una de esas plataformas vacías que estaban encima de la vía del ferrocarril. Se dijo en su momento que, cuando llegaron los auxilios y autoridades correspondientes, don Carlos ya no contaba con signos vitales.

Este lamentable accidente fatal se podría considerar como una triste paradoja del destino, pues en el poco tiempo en que conocí al señor Vital, me comentó que había sido maquinista de patio de los Ferrocarriles Nacionales de México; pero en los patios de maniobras de Guadalajara y, precisamente en ese punto se dividían los Nacionales de México con el Ferrocarril del Pacífico, por lo que debido a esto no lo conocí como trabajador ferroviario, pues hasta antes de 1987 eran dos empresas ferroviarias diferentes, por lo que los empleados de Nacionales de México trabajaban de Guadalajara al sur y los del Pacífico hacia el norte del país.

Le comenté a don Carlos que relativamente estaba joven para haber abandonado las filas ferroviarias, a lo que me respondió que fue debido a circunstancias personales y que como siempre, no hubo mal que por bien no viniera, pues ahora su carrera como fotógrafo y reportero periodístico le satisfacía enormemente y, al preguntarle por qué acá en Tepic, dijo que aquí había encontrado muy buena aceptación a sus trabajaos gráficos y que se sentía muy a gusto en su labor, además de que en Guadalajara tal vez no hubiese podido incursionar por ser muy compacto y cerrado el mundo periodístico en la Perla Tapatía.

Lo paradójico del caso, claro está, es precisamente que por haber sido trabajador ferroviario manejando locomotoras, su muerte haya sucedido en una vía férrea. Porque al haber sido maquinista de patio tuvo que haber sustentado los exámenes correspondientes y estar al tanto, aparte de las reglas de operación, también de los reglamentos de tránsito en sus tres niveles: municipal, estatal y federal, así como de la Ley de Vías Generales de Comunicación; todo esto para en caso de tener que deslindar responsabilidades en caso de un accidente, tener una buena base para la defensa, porque en estos reglamentos y leyes está estipulado que, para cruzar una vía férrea se tendrá que hacer alto total cinco metros antes de llegar al riel más cercano y no cruzar la vía hasta cerciorarse que no circula ningún vehículo sobre los rieles. Ojo, dice vehículo y no trenes.

Todas las unidades de arrastre e incluso las locomotoras tienen a ambos costados o lados cinta o pintura reflejante para que, precisamente en la noche, esta cinta o pintura resalte con la luz de los vehículos que se aproximen a un crucero público a nivel con las vías férreas. Así que posiblemente don Carlos Vital confundió estos reflejantes con las luces de la ciudad y no hizo alto total creyendo, tal vez, que la vía férrea estaba libre y esos reflejantes eran parte del alumbrado del boulevard u otros vehículos.

Trágico y lamentable accidente; sin embargo, su breve paso por el medio periodístico en Nayarit ha quedado plasmado y está en las hemerotecas y archivos estatales.

Sea pues. Vale.

Redacción

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