Por: Karla Félix
Casi el 90 % de los empleados consideran necesario que los empresarios introduzcan un programa que se ocupe de la salud mental. A pesar de estas cifras, sólo el 18,5 % de los empleados polacos consideran que existe apertura en su organización a la hora de informar sobre problemas mentales.
La gran presión a la que se enfrentan los empleados abarca desde el estrés laboral intensificado por la pandemia hasta la ansiedad climática. Los problemas de salud mental no resueltos, que aumentan la inasistencia y el abandono, al tiempo que reducen el compromiso, disminuyen sustancialmente la productividad y aumentan los costes para las organizaciones a largo plazo traduciéndose en pérdida de reputación, pérdida de clientes y disminución de ingresos
Abordar esta crisis es una misión crítica para las organizaciones, la fortaleza de la sociedad y la optimización de la fuerza laboral global en estos tiempos.
Aunque los retos parecen monumentales, existen soluciones de múltiples maneras. Las políticas en el lugar de trabajo, la ética cultural y el acceso a las prestaciones de salud mental pueden marcar una diferencia en forma de un cambio positivo.
Sin embargo, a pesar de estar en una posición única para influir en los resultados, no todas las empresas han dado suficiente prioridad a la salud mental. Esto exige centrarse urgentemente en normalizar las conversaciones sobre salud mental en el ambiente empresarial.
Para hacer frente a estos retos, es imprescindible formular políticas, prestaciones y normas culturales en el lugar de trabajo que den prioridad a la salud mental. Y tener que posicionarnos personalmente en un ambiente que nosotros consideremos aptos para nosotros mismos.