Ya subió el azúcar
Por Sergio Mejía Cano
En la entrega anterior nos referimos a lo escaso y caro que está el jitomate, también conocido como tomate en otras regiones del país, igual al aumento de precio de otros productos del campo, por lo que algunas personas conocidas me dijeron por qué no me había referido a aquella ocasión cuando subió considerablemente de precio el azúcar, allá a principios de los años 70 del siglo pasado, un aumento al dulce que se dijo en su momento, que debido a ello había subido todo de precio.
Recordando aquel tiempo, hubo en su tiempo la expresión de mucha gente que justificaba el aumento de precio de otros productos diciendo: es que ya subió el azúcar e incluso, hubo tiendas de abarrotes que no querían vender nada más azúcar, sino que condicionaban a sus clientes que tenían que llevar otros productos para poderles vender azúcar, si no, no les podían vender nada.
¿Y por qué subió todo considerablemente de precio? Pues según se decía en aquella época que, porque muchas de las cosas llevaban azúcar y que, por lo mismo, era o significaba un factor determinante para que otras cosas aumentaran.
Algo parecido a como se dieron y se dan casos cuando aumentan de precio los combustibles, pues todo sube porque gasolina, diésel, gas, aceites y otros carburantes son los que hacen mover los vehículos que transportan las mercancías del campo a todos lados para su distribución y, aunque algún político dijera que el aumento de la gasolina no afectaba a quienes no tenían automóvil, aun así, todo mundo sale afectado con estos aumentos.
Pero no nada más el aumento de productos y mercancías se deben a escasez, acaparamiento o especulación, sino también los aumentos los genera el aumento del salario mínimo, ya que ahora han salido expertos que el aumento del salario mínimo no sirvió de nada, pues todo aumentó a la par; y si bien hoy en día ya se anuncian con anticipación los aumentos a varios o todos los productos la mayoría de los productores, distribuidores y comerciantes no dan una razón congruente por dichos aumentos, por lo que dejan entrever que esos aumentos son precisamente debido al aumento al salario mínimo, pues ni modo que la clase empresarial e industrial se quede con los brazos cruzados al tener que aumentar los salarios y sin aumentar los precios de sus productos.
De los productores del campo no se podría afirmar que hagan lo mismo que empresarios e industriales, porque infortunadamente los campesinos han sido víctimas de toda la vida de los denominados coyotes y especuladores que compran a bajos precios la mayoría, si no es que todos los productos del campo para después mercarlos a precios mucho más caros de como los adquirieron llegando dichos productos al público consumidor a precios exorbitantes.
Un claro ejemplo de lo anterior se ha dado en cada ciclo de la cosecha del frijol, en donde se ha documentado año tras año que grandes acaparadores engañan a los campesinos con los precios por tonelada diciéndoles que el gobierno les va a comprar mucho más barato y que va a ser de a fuerzas, por lo que muchos campesinos se van con la finta vendiendo su producto a esos coyotes que a fin de cuentas son los que siempre ganan.
Pero así como ha sucedido con el frijol, lo mismo se ha dado constantemente con el maíz, con el trigo y otras gramíneas, nada más con los campesinos de a pie, porque obviamente que a los grandes latifundistas, sobre todo de los estados a los que se les ha dado en llamar como los graneros de México: Sonora y Sinaloa, claro que los coyotes y especuladores no les pueden hacer nada, pues precisamente por el poder económico y político que tienen muchos de estos latifundistas, los coyotes o especuladores no los tocan para nada, sino nada más a los campesinos que cada vez están más divididos y peleados en sus ejidos -los pocos que quedan- que no atienden que les han estado aplicando aquello de divide y vencerás y que aún no se ponen las pilas que los haga ver que no por nada se desbarató la Reforma Agraria y les permitieron vender sus parcelas y así desaparecer los ejidos para que volvieran los grandes latifundios como en la época porfirista.
Se informa que se aumentará el impuesto al tabaco y de inmediato suben las cajetillas de cigarrillos; que habrá nuevo impuesto a los edulcorantes de todo tipo y aumenta el precio de las bebidas gaseosas y demás. El problema es que si bien se dice que todo lo que sube tiene que bajar, en nuestro depauperado país, el aumento de precios a los productos ya no vuelve a bajar jamás.
Sea pues. Vale.