CON PRECAUCIÓN

Las terapias de conversión no sirven de nada

Por Sergio Mejía Cano

Una de las noticias que acaparó las primera planas de varios medios informativos, así como en varios portales de internet, fue que se prohibieron las conocidas como “terapias de conversión”, lo que oficialmente se conoce como Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género (ECOSIG), por lo que ahora, aparte de la prohibición se le añade una sanción económica y penalización, por lo que se modifican el Código Penal y la Ley General de Salud.

De hecho, esta medida, según varios analistas y gran parte de la sociedad la aplauden debido a que dichas terapias a ningún lado llevaban más que a la denigración, ofensa y maltrato a la gente cuya identidad sexual la tienen muy bien definida, una decisión a la que biológicamente no hay nada qué hacer, ya que todo se basa en cromosomas y hormonas del individuo y, contra esto, según los estudiosos, no hay remedio que valga.

El querer corregir a alguien sobre su orientación sexual no es más que una falta de respeto a la idiosincrasia de cada quien. Está como aquellas profesoras y profesores e incluso padres de familia que, al ver que sus hijos al ser zurdos por naturaleza, a fuerzas querían que escribieran con la mano derecha, por lo que muchos niños de ambos sexos sufrieron bastante debido a la ignorancia tanto de sus profesores como de progenitores. Así que prácticamente con esta medida de querer reconvenirlos en sus preferencias sexuales es tanto como ir en conta de la Naturaleza de cada persona que se identifica con el sexo de su preferencia.

Cabe decir que, los seres humanos y algunas varias especies de seres vivientes están equilibrados en 50 y 50 por ciento de cromosomas con el factor “X” en la mujer y el “XY” en el varón; sin embargo, si el factor X invade al Y, es cuando se acrecienta el feminismo en el ser humano, sea varón o mujer o viceversa, por lo que esto deviene en que ya no es decisión del individuo actuar de acuerdo al cuerpo con el que nacieron. De ahí que muchos varones afirmen que si bien nacieron con cuerpo de hombre, pero que su alma es muy femenina; lo mismo que han afirmado muchas mueres que a pesar de biológicamente tener cuerpo de mujer, se identifican más como varones.

Pero hay personas que afirman que ser homosexual no es cuestión de nacer así, sino que, por depravación se dan el volteón, lo que no es exacto en sí, pues está comprobado fehacientemente que hay seres humanos que, desde que nacen, llegan al mundo con las cromosomas y hormonas excedentes ya sea en un sentido o en otro, es decir, que el factor X fue más potente en un cuerpo masculino o que el factor Y se extendió más en un cuerpo femenino.

Se llegó a documentar el hecho de una generación de tequileros con base en la población de Tequila, Jalisco, cuyo bisabuelo había fundado una fábrica de tequila, siguiendo la tradición el abuelo y padre del último de la generación a quien las cromosomas del factor X habían superado a las del factor Y, por lo que los antepasados de este último de la generación vieron con tristeza que tal vez ya no habría herederos que siguieran con la tradición de la producción de tequila, por lo que enviaron al último de la generación a clínicas de reconversión sexual en los Estados Unidos para que le inyectaran hormonas masculinas y que le hicieran un balance de cromosomas excedentes en el factor Y; sin embargo, el muchacho no dio buen resultado, por lo que ahí se terminó la generación de tequileros tradicionales; al menos en esa industria.

Entre la broza se ha dicho que hay varones que, durante su larga vida heterosexual, en determinado momento por diversas circunstancias del destino se vuelven homosexuales, sin embargo, jamás se ha visto a un homosexual que después de vuelva heterosexual, por lo que se determina que dichas terapias de reconversión son inútiles; que no tiene razón de ser, porque quien está firme en sus preferencias y convicciones es muy difícil, si no es que imposible, que lo hagan cambiar de opinión.

En cuanto a muchas mujeres se dice que muchas de ellas nacen ya con el factor Y encima del factor X; pero que también por circunstancias de su vida, se convencen que son más proclives a preferir a personas de su mismo sexo a al contrario, sobre todo si alguna vez recibieron malos tratos de los hombres en su vida, ya fueran parientes o conocidos.

Así que lo mejor es vivir y dejar vivir y que cada quien haga de su vida lo que prefiera, pues no hay terapias por más convincentes que pudieran ser a que alguien cambie de opinión.

Sea pues. Vale.

Redacción

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