CON PRECAUCIÓN

Feliz día de quienes integran el Magisterio

Por Sergio Mejía Cano

Obviamente que todos los oficios, artes y profesiones, ya sea que requieran título o no son muy respetables y dignas de encomio; sin embargo, así como las hay varias que se consideran y son muy sacrificadas como la de enfermería, la de los profesores de ambos sexos también es una profesión de las más sacrificadas por todo lo que significa abrir la mente del estudiantado hacia el conocimiento y la educación.

Ayer día 15 de mayo se celebró en nuestro país el “Día del Maestro”, una celebración muy merecida, aunque cierta vez una profesora de la materia de español en la secundaria, allá a mediados de la década de los años 60 del siglo pasado, comentó que maestro no nada más es sinónimo de los profesores, sino que esta palabra se aplica a todo profesionista que obtenga una maestría en alguna especialidad, así no sea referente al magisterio; pero se ha hecho una costumbre considerar a profesoras y profesores como maestras y maestros, respectivamente. Algo parecido a como se conoce comúnmente como doctores a los médicos, aunque no tengan ningún doctorado aún.

No sé si hoy en día sea igual, pero allá a finales de los años 50 y principios de la década de los 60 se acostumbraba a llamar a las profesoras como “señoritas”: la señorita fulana, la señorita zutana, la señorita mengana, etcétera; o ya en otras partes simplemente se decía señorita profesora, no así a los profesores a quienes se les decía, por lo regular, maestros. Aunque ya en la secundaria era más común para los alumnos decir maestra y maestro, así como prefecto y director o directora. Pero entre la broza a la que le gustaba ya fumar mota desde la secundaria, entre ellos mismos se decían maestros o, en su caso, generales, debido a la habilidad que tenían para forjar un cigarrillo de marihuana o por su estilo de fumarla, respectivamente.

Pero volviendo a la escuela primaria, es común que la mayoría recordemos el nombre de las profesoras que nos impartieron clases desde el primer año hasta el sexto grado; no así a quienes nos dieron clases en la secundaria o preparatoria. Si acaso algún profesionista recuerde bien el nombre de algún catedrático, pero más bien por haber recibido alguna asesoría o algún tipo de ayuda en una materia o por haber sido reprobado o que se le haya llamado la atención en forma severa o tal vez por algún consejo que todavía recuerde.

Cierta vez, platicando con un profesor, hoy ya pensionado, le cuestioné respecto a que la Secretaría de Educación Pública debería denominarse de Enseñanza en vez de Educación, porque la educación más bien se da en casa, pues es ahí en donde se maman la educación y los principios básicos del buen comportamiento; a lo que me respondió que no, que así estaba bien, porque en cierta forma el profesor también educaba y más las profesoras, cuyo instinto y espíritu maternal por lo regular siempre afloraba al impartir sus clases. Así que al ver el comportamiento a veces mal educado de algún alumno o alumna, regularmente la corregía o le llamaba la atención y, si dicha alumna o alumno continuaban con su mal comportamiento, entonces llamaban a los padres de familia. Sin embargo, era en ese momento al tener a los papás o mamás o ambos enfrente, era cuando se daba cuenta la profesora o el profesor, por qué su alumno se comportaba de tal manera, al notar una baja calidad intelectual en esos padres de familia.

A este mismo profesor le dije que mucha gente criticaba que los profesores tuvieran tantas vacaciones como las de primavera, las de término y principio de clases, así como las de fin de año y otros tantos días de asueto que disfrutaban, a lo que me respondió que muchas personas no se daban ni la más mínima idea de lo que era en sí el magisterio, pues constantemente tenían que estarse actualizando en cuanto a sistemas didácticos, así como los métodos de enseñanza que se modernizan constantemente; en cuanto a lo de las vacaciones, para un profesor con su vocación bien arraigada, las dichosas vacaciones no eran tales, pues la mayoría tenían que acudir a simposios de actualización, no perder el hilo de la cultura general, investigar datos históricos que fueron cuestionados o que de acuerdo a otros datos que no concuerdan con la historia oficial, entonces habría que ponerse al tanto; sobre todo también en cuestiones matemáticas, cuyo sistemas básicos para sus operaciones se han ido modificando y simplificando para hacerlas más accesibles a las nuevas generaciones, cómo hacer que se graben una lectura, etcétera.

Sea pues. Vale.

Redacción

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