Una fecha que muchos mazatlecos no olvidan
Por Sergio Mejía Cano
Este 31 de mayo se cumplen 28 años de una terrible tragedia en el bello puerto de Mazatlán, Sinaloa, cuando un camión urbano se atravesó al paso de un tren de pasajeros, resultando por lo menos 34 personas fallecidas, la mayoría de ellas jóvenes estudiantes que se trasladaban a sus casas después de asistir a clases.
Se informó en su momento que el camión urbano llevaba a bordo por lo menos 48 pasajeros, y circulaba de poniente a oriente. El tren de pasajeros acababa de salir de la estación rumbo al norte, y aproximadamente a 500 metros de la estación existe un crucero público a nivel, conocido como crucero de Santa Rosa, lugar en donde ocurrió este lamentable accidente, entre las 21:00 y 22:00 horas.
Desde luego que en las informaciones inmediatamente los noticieros de la radio y televisión, así como al día siguiente en los medios impresos, la culpa se le achacaba al tren, así como los abogados defensores de chófer del camión que había sido detenido por las autoridades y que sólo había resultado con lesiones leves, quienes dijeron que se iría con todo en contra de la tripulación del tren, aduciendo que cómo era posible que un tren circulará a tan alta velocidad en la zona urbana (90 kilómetros por hora); aunque el golpe pudo no haber sido a esa velocidad, porque como se dice, el tren apenas acababa de salir de la estación y todavía no desarrollaba dicha velocidad. Y si bien el maquinista hizo uso del freno de emergencia, este no responde de inmediato, pues según los peritajes, el camión urbano fue arrastrado por el tren casi 100 metros más allá del crucero.
Así que los abogados que se avisaron a defender al chófer del camión y demostrar su posible inocencia, sacaron a relucir ante los medios informativos un reglamento de transporte ferroviario, pero de 1914, en donde decía que los trenes, al acercarse a los cruceros públicos a nivel lo harían con precaución e incluso, hacer alto total antes de invadir los cruceros si las circunstancias les impedían pasar sobre los mismos; y además, estos abogados señalaron que en este reglamento ferroviario se prohibía exceder la velocidad máxima de 25 KPH en zonas pobladas.
Pero así como se hizo público el alegato de los defensores del chófer de urbano, también se hicieron públicas las declaraciones del maquinista del tren, resaltando su dicho de al aproximarse al crucero público en cuestión, hizo sonar el silbato de la locomotor repetidamente, tal y como lo ordena su reglamento de transportes (en vigor desde el 1º de diciembre de 1951, y no de 1914); que vio claramente cómo se acercaba el camión al crucero de poniente a orienten; pero que no detuvo su marcha cuando el tren ya estaba aproximadamente a 30 o 35 metr6antes del crucero, por lo que aplicó el freno de emergencia, pero ya era inevitable el impacto.
Sin embargo, cuando todo pintaba en contra de la tripulación del tren de pasajeros, algunos de los sobrevivientes de la tragedia comenzaron a hablar, coincidiendo la mayoría que el chófer del camión no había tenido la prudencia necesaria al llegar a la vía férrea, porque aparte de que no redujo la velocidad, que era excesiva, llevaba el estéreo a un volumen muy alto. Y para acabarla de amolar en contra de los abogados defensores del chofer del camión urbano, los Servicios Especiales, con los que contaba en aquel entonces el ferrocarril, les hicieron ver a dichos abogados que el reglamento de 1914 que habían presentado como prueba irrefutable había sido derogado deseé los años 20 y que quien autorizaba a los trenes a desarrollar las velocidades requeridas de los trenes, era precisamente la Secretaría de Comunicaciones y Transporte, por lo que un tren no circulaba a la velocidad que se le antojara al maquinista.
Comentan algunos compañeros ferroviarios que en ese fatídico crucero persisten las cruces que evocan a los fallecidos aquel triste día último del mes de mayo de 1996.
Claro que han seguido sucediendo otros accidentes más en otros cruceros públicos a nivel con las vías férreas, no nada más en Mazatlán, sino casi en la mayoría de las ciudades y poblaciones por las que pasan los ferrocarriles; pero ¿por qué? Pues precisamente por la falta de cultura vial y probable imprudencia de quienes conducen un vehículo autoSeaquienes conducen un vehículo automotriz que no hacen alto total cinco metros antes del riel mas cercano.
Sea pues. Vale.