Misoginia y machismo siguen latentes en México
Por Sergio Mejía Cano
Cuando el señor Marcelo Ebrard Casaubón no resultó favorecido en las encuestas para contender por la candidatura a la Presidencia de la República, se documentó en su momento que, ante sus seguidores pronunció una frase contundente: no nos vamos a someter a esa señora; frase que despertó las especulaciones sobre su separación de Morena y la posibilidad de que contendría como candidato en otro partido o coalición de partidos políticos.
Sin embargo, lo dicho por el señor Ebrard Casaubón se pudo entender como una especie de misoginia, una misoginia que por lo que se ve, se lee y algunos escritos de todo tipo, prevalece en algunos mexicanos que un día sí y otro también tachan a la ahora ya casi declarada como presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, como un títere del actual presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) e incluso, recientemente algunos analistas y articulistas afirman que parte o la mayoría del próximo Gabinete en el que se apoyará la señora Sheinbaum Pardo en su próximo encargo, lo seleccionó AMLO.
Pero desde que se dio a conocer que la doctora Claudia Sheinbaum sería la candidata, de inmediato esos analistas, articulistas y hasta otras personas en las redes sociales comenzaron a decir que la señora era una calca de AMLO, que acataría todo lo que él le dijera u ordenara y otras lindezas por el estilo. Obviamente que esto se podría considerar como una bajeza de estos detractores de ambos personajes políticos que pretenden consolidad la llamada Cuarta Transformación, pues quienes se inclinan a tachar a Claudia Sheinbaum como títere y a las órdenes de AMLO, no demuestran otra cosa más que un machismo exacerbado y, desde luego, una misoginia muy arraigada; pero lo peor, es que lo más probable es que se crean estos varones superiores a las mujeres, tal y como está visto y comprobado no nada más en nuestro país, sino en muchos otros en que a la mujer se le sobaja a más no poder y, en algunos países hasta se les considera como humanos de segunda clase o sin alma. Esto está documentado históricamente.
Ahora está considerado sancionar por violación y ataques por razón de género, ataques principalmente a mujeres que participan en política; aunque también por discriminación en algunos trabajos y profesiones y, desde luego, también agresiones verbales hacia varones por equis razones, pero son los menos, pues todo está enfocado hacia las mujeres.
Ya se han dado varios casos en que se denuncian estos ataques a mujeres por razón de género, y al parecer ha habido sanciones a quienes cometen estos ataques; sin embargo, desde que la doctora Sheinbaum Pardo fue designada como candidata y hoy ya casi presidenta electa constitucionalmente, ella ha sido blanco de infinidad de ataques hacia su persona ya sea por su físico o por supuestamente dejarse manipular por AMLO. No hay que olvidar que, en los pasados debates presidenciales, la candidata por la coalición denominada, Fuerza y Corazón por México, en los tres debates que hubo no dejó de atacarla en varias cuestiones; y si bien, los señalamientos que hizo la otra candidata hacia Claudia se dieron entre mujeres, los señalamientos en cuestión no dejan de ser o considerarse como ataques por razón de género.
Desde que contendió por primera vez para la Presidencia de la República una mujer, que fue la señora, Rosario Ibarra de Piedra, en 1982, en muchos mexicanos de ambos sexos se despertó la curiosidad de que qué significaría históricamente para México que una mujer presidiera el país; sin embargo, hoy en día en que está próximo el día de que esto se haga realidad, infortunadamente hay muchos de estos mexicanos que aún no asimilan o digieren esta realidad ya casi contundente; y lo peor, es que quienes despotrican en contra de la señora Sheinbaum Pardo, no la consideran capaz de llevar las riendas y conducir a nuestro país a buen puerto, tal vez sin considerar o ponerse a pensar que, Claudia, es una mujer bien preparada en muchos sentido y que a pesar de tantos ataques en su contra, sobre todo durante su desempeño como jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ha logrado salir avante, ¿por qué? Pues precisamente por su entereza y convicción muy firmes y sólidas.
Y si hoy hay quienes piensan que está sometida a los mandatos de AMLO, no es muy descabellado suponer que ya una vez en el cargo y con las riendas en su mano, desde luego impondrá sus decisiones; si acaso aceptará algunos consejos, pero estos para bien, y no nada más de AMLO, sino de otras personas.
Sea pues. Vale.