Tienes que caer para volar, tienes que romperte para sanar, y cuando se trata de perdón tienes que sentir el dolor, la tristeza, la ira,la desesperación de los límites violados, antes de que todo pueda pasar en el amor. Tienes que validar la parte de ti que quema, pica, duele, se siente magullada y abusada y abandonada ahora, empapar esa parte de ti con amorosa consciencia, mantener cerca a ese vulnerable y precioso niño.
No puedes ‘hacer’ el perdón, no, no puedes saltar a él, avanzar rápido hacia él, tienes que permitirte olvidarte del perdón y REDUCIR LA VELOCIDAD y que duela primero. Tienes que abrir tu corazón a tu corazón herido y cerrado, suavizarte en el duro lugar protector, atender al hermoso yo herido, llorar la realidad destrozada y hundirte lentamente en este nuevo y presente.
Sólo entonces, tal vez, mientras el corazón digiere el dolor en el amor, el corazón comience a abrirse por sí mismo. Cuando esté listo y ni un momento antes.
Abre tu corazón a ti mismo y, con el tiempo, puedes ser capaz de abrir tu corazón a quien te hizo daño. Pero no vuelvas ahí.
Sin condenar lo que hicieron, sin buscar excusas para su comportamiento inconsciente, puedes ser capaz de encontrar compasión con el tiempo, ver la parte no querida de ellos que simplemente no sabían cómo vivir o amar, entender el dolor que no eran capaces de sentirlo, conocer los sentimientos que no fueron capaces de digerir, comprender que buscaban alivio fuera de sí mismos y que su ignorancia y violencia era sólo autoviolencia, alienada, proyectada.
No sabían lo que hicieron, incluso si lo supieran. Fue una enfermedad del alma. Estaban buscando alivio de maneras inconscientes.
Todavía puedes establecer y mantener límites claros. Todavía puedes hablar apasionadamente por ti mismo y por tus seres queridos. La compasión por los demás no es lo opuesto al amor propio.
Pero no trates de perdonarlos ahora. Sí, si no puedes perdonar, perdona eso en su lugar, perdona la ausencia de perdón, y conoce esto como un perdón más profundo.
No te avergüences de ninguna manera por tu «incapacidad para perdonar». No te llames débil o antiespiritual, no eres ninguno de los dos. El perdón puede suceder con el tiempo mientras caes en las profundidades de ti mismo y encuentras la totalidad que nunca te fue arrebatada, el poder sagrado que es tuyo y solo tuyo.
Perdonar es principalmente el perdón propio,
un amor que arde por dentro e irradia hacia fuera en el tiempo.
Me encanta cuando perdono
y me encanta cuando no lo hago.
Una Presencia feroz y perdonadora
nos sostiene a todos, siempre.