CON PRECAUCIÓN

2 de octubre de 1968, un parte aguas en la vida nacional

Por Sergio Mejía Cano

Con motivo del 55 aniversario de la matanza en la plaza de las tres culturas en Tlatelolco, aquel fatídico 2 de octubre (no se olvida) de 1968, varios conocidos y familiares se preguntaron por qué a tantos años hay jóvenes que participan en este recuerdo luctuoso, siendo que muchos de los participantes en estas marchas ni siquiera sabían de qué se trataba.

Pues, así como se marcha el 8 de marzo, el 1 de mayo, el 20 de noviembre y en otras fechas significativas para el país; aunque muchos no sepamos de bien a bien cómo es que se iniciaron ni por qué estos acontecimientos, pues la mayoría de todos ellos tienen su origen desde hace bastantes años. Claro que hoy en día con las redes sociales y sus páginas informativas se pueden encontrar las fechas de cómo y por qué ahora se conmemoran estos sucesos.

Obviamente que de los sobrevivientes de aquellos tristes acontecimientos de la tarde del 2 de octubre de 1968 ya rebasan los 70 años de edad, por lo que es común que muchos de estos sobrevivientes ya no participen en ninguna marcha ni protesta; aunque existe la posibilidad que los que aún conservan cierta vitalidad y movimiento sí lo hagan. Y, desde luego, que entre muchos de los jóvenes que hoy en día participan en esta conmemoración para recordar un genocidio perpetrado desde la alta cúpula del entonces gobierno de nuestro país, de acuerdo a lo que ya se ha documentado, haya nietos y bisnietos de aquellos sobrevivientes que sufrieron en carne propia el embate de las fuerzas gubernamentales de aquellos años, por lo que existe la posibilidad de que participen con conocimiento de causa, por lo que les han comentado sus ancestros.

Pero, como para todo hay gente, se entiende que hay quienes aprovechan estos días para dar rienda suelta a sus frustraciones, complejos y bajeza mental para destruir o pintarrajear monumentos e inmuebles que se encuentran a su paso destruyendo vidrieras y vandalizando tiendas y comercios aprovechando que hoy en día en esta administración federal no hay represión contra quienes hagan estos destrozos, por lo que se sienten con manga ancha para hacer y deshacer actos vandálicos.

Entre quienes participan en los destrozos y pintas a monumentos y edificios, se ha dicho que hay personas que, precisamente lo hacen para desestresarse; pero también podría haber gente mandada por alguien más para desvirtuar una marcha pacífica y echar en contra de la opinión pública este tipo de marchas de protesta o celebración por equis acontecimientos. Gente que paga a otras personas para que, aparte de echar fuera sus bajos instintos se ganen un dinero con la mayor facilidad sin ningún temor a ser detenidos y menos que les fueran a cobrar los daños causados.

Estos sucesos de 1968 que, de acuerdo a lo que se ha documentado se derivaron de un pleito entre alumnos de dos escuelas preparatorias y que pudieron haberse evitado que siguieran creciendo como una bola de nieve, el actual de las autoridades de aquel entonces en vez de llegar a un diálogo, se les dio por reprimir a los estudiantes, ya no nada más a los de las escuelas que iniciaron el pleito, sino contra otros estudiantes de otras escuelas que se prendieron precisamente por la forma represiva con la que estaban actuando las autoridades.

Se dice que a todo esto contribuyó la paranoia del entonces presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, azuzado tal vez por sus asesores y allegados de que todo obedecía a una conjura comunista para no permitir la celebración de los juegos olímpicos que comenzaban el 12 de octubre y, desde luego, para tumbar al gobierno y una serie de cuentos lúgubres que nada más estaban en la mente e imaginación tanto de Díaz Ordaz como de sus achichincles.

Aparte de aquellos tristes hechos, lo que sí fue evidente y se puso de manifiesto fue el nefasto actuar de la prensa en su conjunto al echarle la culpa de todo a los estudiantes y pueblo que los apoyaba en su movimiento en contra de la represión gubernamental; pero lo peor es el comportamiento de la prensa de aquel entonces tan habitualmente sometida al Poder gubernamental.

Afortunadamente en aquel entonces de aquellos aciagos días no existían las redes sociales, pues de haber estado en funciones tal vez la represión de aquel oscuro gobierno hubiese sido peor al perseguir a los que informaran con veracidad sobre esos hechos. Así que de haber existido en aquel entonces los llamados youtuberos, hubiesen sido perseguidos y desaparecidos, tal y como se acostumbraba destruyendo prensas.

Sea pues. Vale.

Redacción

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