CON PRECAUCIÓN

La influencia de los tatuajes hoy en día
Por Sergio Mejía Cano

Todavía hasta principios de los años 80 del siglo pasado era raro mirar a tantas personas tatuadas en varias partes de su cuerpo como hoy en día, sobre todo más entre las nuevas generaciones y ya hasta en adultos de todas las edades y de ambos géneros. Claro que sí se veía gente con tatuajes, pero la mayoría eran extranjeros, no así mexicanos, porque la mayoría de connacionales tatuados lo estaban porque según nuestros ancestros, era una práctica común entre los presos o que habían estado en una cárcel.
De ahí que, en muchas familias mexicanas mamás, pero sobre todo los papás regañaran a sus hijos con llamadas de atención y, algunos severamente, si los veían rayarse la piel con algún bolígrafo o cualquier otro tipo de pintura. Se llegaron a dar casos, sobre todo en mi entorno familiar que cuando se veía a un niño pintarse sus mayores al regañarlo, agregaban por lo regular la frase en forma de pregunta: ¿qué acaso estás en la cárcel?
Estos regaños y llamadas de atención e incluso en algunas ocasiones hasta golpes, generó un cierto muro de contención para aquellos niños nacidos todavía a mediados del pasado siglo XX; pero claro que no en todos esos niños de aquellos años, pues como casi siempre pasa y, como para todo hay gente, siempre hubo quién desobedeciera los consejos paternales o de abolengo para no pintarse la piel y lo hacían. Así que es probable que, por lo mismo, algunos estudiosos sobre el porqué mucha gente se ha tatuado en nuestro país, considerando este acto, la mayoría de las veces como una desobediencia al mando paternal, una rebeldía, una disidencia o falta de respeto soterrada a la disciplina materna o paterna.
Sin embargo, al parecer y por lo que se ve, es probable que todo esto de la disciplina paterna quedó atrás al ponerse de moda tatuarse la piel cuando comenzaron a aparecer tanto deportistas como integrantes del mundo de la música, la farándula, actores y actrices y demás personas que tienen contacto público, con sus cuerpos tatuados e inclusive hasta sus rostros en algunos casos. Así que tal vez debido a la pérdida de jerarquía de las nuevas generaciones de padres de familia, el que las nuevas generaciones se tatuaran se hizo ya una costumbre y modo común de ser y estar.
Y esta pérdida de jerarquía paterna posiblemente se dio a partir de se comenzó a decir que si se les llamaba la atención o se regañaban con maltrato físico a los niños estos se traumarían al sufrir severos daños psicológicos muy difíciles de erradicar posteriormente. He ahí el caso emblemático que hasta se les prohibió a profesoras y profesores aplicar tácticas de disciplina a los escolares como se hacía antaño con reglazos, el aventar a un alumno el gis o el borrador, jalones de orejas o de patillas o ponerlos supuestamente en ridículo de pie en una esquina del salón de clases o ponerles unas orejas de burro hechas con cartoncillo.
Anteriormente era común que los profesores mandaran llamar a los padres de familia para hacerles ver el mal comportamiento de sus hijos en clases, y tanto mamás como papás o ambos, le decían a sus hijos delante de la maestra o maestro que tomarían cartas en el asunto y que harían
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lo posible por corregir a sus retoños; sin embargo, hoy en día en algunos casos no es necesario que los maestros manden llamar a los padres de familia para ir al salón de clases a hablar con los profesores, pues basta una queja del niño o niña con sus padres para que estos acudan de inmediato a la escuela a enfrentar a los profesores recriminándoles por qué maltratan a sus hijos e incluso, en algunos casos hasta llegan a amenazar a maestras y maestros si siguen hostigando a sus hijos; aunque sea verbalmente, ya no digamos físicamente.
Entonces, como prácticamente ya no se les puede decir casi nada a los hijos de las nuevas generaciones, de ahí que hoy en día se les haga fácil tatuarse ya sin el temor ancestral que esto podría acarrear.
El problema de tatuarse es que, según algunos estudiosos esto podría acarrear serias afecciones a la salud por la tinta; pero como casi en todo hay detractores y aplaudidores de lo que la gente hace, si bien la mayoría de los estudiosos coinciden en que la tinta, así como los pinchazos al tatuarse afecta el sistema inmunológico, por lo que la gente que se tatúa es más propensa a sufrir constantemente de enfermedades, también hay personas que dicen que no pasa nada, que el cuerpo soporta los tatuajes siempre y cuando los utensilios que se usan están esterilizados correctamente.
Sea pues. Vale.

Redacción

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