CON PRECAUCIÓN

Lo mejor es ser indiferentes ante tanto limosnero

Por Sergio Mejía Cano

Cada día crece alarmantemente la cantidad de gente en condición de calle, indigentes y, desde luego, limosneros, en la mayoría, si no es que, en todas las ciudades del país, poblaciones grandes y pequeñas. Obviamente que Tepic, Nayarit no está exento de ser invadido por esta clase de gente que, aparecen y desaparecen diariamente; sin embargo, son más los que aparecen que los que ya no se vuelven a mirar por las calles tanto del centro de la ciudad como de la periferia.

De la noche a la mañana, de pronto se ve deambular gente que de inmediato dan señales de no estar bien de sus facultades mentales, sobre todo los más jóvenes, de quienes se deduce que tal vez por el exceso de ingerir sustancias nocivas para su organismo e igual, personas ya más mayores de edad a quienes alguien deja en determinado lugar, porque es lo que muchos ciudadanos se preguntan: que quién va y los estaciona a los pedigüeños y que por la noche los recogen, pues queda claro que alguien está detrás de muchos de estos indigentes, porque claramente se ve que algunos de ellos no se pueden ya valer por sí mismos.

Comentan algunas personas que al preguntarles a algunos de estos pedigüeños de dónde son o de dónde vienen, los que más o menos siguen coordinando sus ideas responden que vienen de alguna de las poblaciones de la zona rural, otros de entidades cercanas o más retiradas, como de Jalisco, Sinaloa, Zacatecas e incluso hasta de Michoacán y más allá. Algunos más comentan que iban de paso en el tren y por alguna razón se quedaron aquí, nomás durante una temporada, para después continuar su viaje hacia el norte del país. Sin embargo, al parecer a varias de estas personas que dicen estar de paso, como si la falta de alimentos adecuados les comienza a afectar su cerebro de alguna forma, pues a algunas de ellas, en ocasiones se les mira hablando solos o platicando contra la pared.

El incremento de tanto pedigüeño en las calles, me hizo recordar unas palabras que nos dijo a sus alumnos una profesora de la materia de español, en segundo año de secundaria, allá a mediados de los años 60 del siglo pasado, cuando al tocar el tema de algunos limosneros que ya tenían su ruta trazada en el barrio de sus alumnos, y que algunos de los pordioseros hasta se enojaban si mamá o papá no les daban su limosna un día, la maestra en cuestión nos dijo estas palabras que jamás he olvidado: ¿Qué podemos hacer ante tantos limoneros que andan en las calles de la ciudad? Pues simple y sencillamente permanecer indiferentes, no hacerles caso y no darles nada; se oye cruel; pero así debe de ser, ¿por qué? Pues porque nosotros no tenemos la culpa de que exista este tipo de gente, nada tenemos que ver respecto a su situación de vida. Y añadió esta profesora: si su papá o su mamá -de nosotros los alumnos- cambian un billete de 100 pesos por monedas de .20 centavos (en ese tiempo era muy común el uso de aquellas monedas de cobre), en tres o cuatro cuadras se acabarían esas monedas y no remediarían nada, más que fomentar aún más que esos pordioseros sigan pidiendo más y más.

Queda claro que sí podría haber gente que ocupe tener que andar pidiendo algún tipo de ayuda; sin embargo, también la hay que, ha hecho de esto de andar pidiendo su modus vivendi, por lo que muchos ciudadanos tienen presente aquello de que por uno pierden todos, pues para atinarle quién sí y quién no ocupa en verdad ser ayudado, está canijo; claro que por ejemplo, quienes viajan de trampas o polizones en el tren y, que al detenerse en la estación, llegan a las casas del entorno de la estación del ferrocarril a pedir un taco, agua y hasta una chamarra o cobija, sobre todo en tiempos de frio; pero los pedigüeños que cotidianamente andan por las calles de la ciudad, sí que sería más difícil saber si en verdad ocupan o si dedicándose a pedir, llegan a tener una forma de vida cómoda y en ocasiones hasta más desahogada de mucha gente que les da limosna.

El día de ayer jueves 04 de agosto, en Radio Metrópoli, estación de radio de notisistema.com; de la ciudad de Guadalajara, Jalisco, el reportero José Luis Jiménez Castro, da a conocer que un limosnero joven, en compañía de un perrito tipo salchicha, que pide en una gasolinera ubicada en la avenida López Mateos y Mariano Otero, en la perla tapatía, saca diariamente un promedio de 800 pesos, pidiendo nada más hasta las 13:00 horas. 800 peos diarios que, posiblemente muchos profesionistas difícilmente los lleguen a ganar, mucho menos un obrero o campesino.

Sea pues. Vale.

Redacción

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